Un hombre gana 505.000 euros en una máquina tragaperras
Un casino de Sevilla entrega el mayor premio de España en esta modalidad de azar
ÁNGELES LUCAS - Sevilla - 24/07/2009
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Una máquina tragaperras, algo más de las dos de la madrugada del viernes, entre las luces de colores y los sonidos agudos del Gran Casino Aljarafe de Tomares, en Sevilla. Son las coordenadas que le han llevado a un señor mayor, sin identidad revelada, a ganar anoche 505.000 euros. "Es una barbaridad, realmente no había tanto dinero en la máquina tragaperras, pero la sala tenía botes acumulados por una opción que da el casino de doblar el premio o perderlo todo", cuenta asombrado Joaquín Mulas, director comercial del casino.
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El afortunado es cliente habitual de la sala de juegos, y tuvo el estómago de apostar cinco veces su premio al doble. Arriesgó y ganó. "Le hemos dado un cheque simbólico, y ahora tiene su dinero en la cámara acorazada del casino, para que disponga de él como le convenga", asegura Mulas, que cuenta que el hombre estaba encantado. Este mediodía, a las 13.30, como casi todos los días, el señor seguía jugando a la máquina tragaperras.
Durante lo que va de 2009, el Aljarafe había entregado alrededor de 700.000 euros en premios. El mayor en sus tres años de existencia hasta ahora ocurrió en mayo pasado, cuando un hombre ganó en la modalidad de jackpot 64.000 euros. Una cifra que ahora se multiplica por más de ocho.
TIEMPO EN CAMAS
musica
sábado, 25 de julio de 2009
EL DIARIO DE VERANO DE JOSE LUIS
me e ido a gran canarias abia picsina y yacusi el hotel tenia 14 plantas abia un centro comercil nos quedamos 1 semana. fin
jueves, 16 de julio de 2009
LAS MUJERES CONDUCEN MEJOR QUE LOS HOMBRES
POR LOS OJON.......... PINCHA AQUI
http://www.zappinternet.com/video/xogRvuKcuZ/Mujeres-al-volante-Recopilacion
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jueves, 2 de julio de 2009
cosas de perros
'Doctor, mi perro se ha comido un tanga. ¿Me lo puede devolver?'
Un perro Komodog participa en un concurso canino en Alemania Ap.
Un libro recoge las anécdotas vividas por los vererinarios en consulta
Un tema central es el de los objetos más insólitos que se tragan los animales
Sergio Andreu Efe Barcelona
Actualizado sábado 27/06/2009 13:25 horas
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Los veterinarios atienden las necesidades de los animales de compañía, pero también las fobias y miedos de sus amos, según se explica en un libro sobre la labor de estos profesionales, que se enfrentan a tareas tan peregrinas como sacar de las tripas de un perro voraz calcetines o tangas.
Ricard Adán (Barcelona, 1967), un veterinario especialista en Etología -comportamiento animal-, acaba de recopilar en un volumen una serie de historias sobre situaciones curiosas -algunas vividas en carne propia y otras narradas por compañeros del ramo- sobre el quehacer cotidiano dentro de esta profesión. 'Anécdotas de veterinarios. El mejor amigo del hombre... o del animal' (Styria) es el título del libro.
La alimentación, o más bien lo que los animales se llegan a meter en la boca, es otro de los temas centrales del libro. Desde la mujer que llega histérica a la consulta porque su marido le ha dado un terrón de azúcar a su perro y teme que éste se quede ciego (cuando sólo es perjudicial para canes con diabetes) hasta el que no se avergüenza de reconocer que su mascota casi sólo come gambas a la plancha.
Pero los verdaderos problemas los acarrean los perros que se comen cualquier cosa, sobre todo ropa, mucha ropa. "Una vez le saqué a un animal un tanga del intestino. Lo más curioso es que la dueña me lo reclamó. Lo tuve que lavar un poco y se lo di. No dije ni pregunté nada", explica Adán.
El difícil trato con los dueños
Este experto, que regenta una clínica veterinaria en Barcelona, asegura que el trato con los propietarios es a veces lo más complicado, porque "a los veterinarios nos han enseñado a manejarnos con los animales llamados irracionales, no con los racionales". Por ello no bromea cuando afirma que en la facultad se debería explicar cómo atender a un "amo" sin alarmarlo, ni menospreciar su preocupación.
Por otra parte, según Adán, hay gente que proyecta en el animal sus necesidades sociales y "que necesita una consulta que no es precisamente de veterinario". En un par de ocasiones, y sabiendo que iba a perder un cliente, ha sugerido al dueño, que acude por un simple estornudo de su mascota, que consultara a un psicólogo.
Un consejo quizás también destinado a la mujer que fue alarmadísima a la consulta porque su perra tenía "un cáncer en la patita", y el tumor resultó ser... un simple chicle pegado.
Momentos tristes
Desgraciadamente y a pesar de ciertos momentos cómicos, los veterinarios se enfrentan a casos tristes: dueños que no se dan cuenta de que su gato se ha metido en la lavadora o la secadora, o aquel que dejó a su perro en casa el día en que el Barça celebraba uno de sus triunfos, y el animal, con fobia al ruido, se tiró por la ventana y se rompió dos patas.
Uno de los apartados más curiosos es el dedicado a la muerte de los animales, en el que se explica cómo matrimonios separados, junto a sus nuevas parejas, se abrazan llorando para contemplar la eutanasia en la consulta del animal enfermo con el que una vez compartieron casa.
Escalofríos provocan también algunas historias del "sexto sentido" de los animales, como la de un amigo veterinario, cuyo gato era al parecer capaz de detectar la presencia del fantasma de la abuela que vagaba por la casa y que le erizaba el pelo del lomo, o de aquella otra gata que acababa de parir y que, al intuir que iba a morir esa misma noche, metió a sus dos crías en el interior de la casa de la familia que le daba de comer.
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Un libro recoge las anécdotas vividas por los vererinarios en consulta
Un tema central es el de los objetos más insólitos que se tragan los animales
Sergio Andreu Efe Barcelona
Actualizado sábado 27/06/2009 13:25 horas
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Los veterinarios atienden las necesidades de los animales de compañía, pero también las fobias y miedos de sus amos, según se explica en un libro sobre la labor de estos profesionales, que se enfrentan a tareas tan peregrinas como sacar de las tripas de un perro voraz calcetines o tangas.
Ricard Adán (Barcelona, 1967), un veterinario especialista en Etología -comportamiento animal-, acaba de recopilar en un volumen una serie de historias sobre situaciones curiosas -algunas vividas en carne propia y otras narradas por compañeros del ramo- sobre el quehacer cotidiano dentro de esta profesión. 'Anécdotas de veterinarios. El mejor amigo del hombre... o del animal' (Styria) es el título del libro.
La alimentación, o más bien lo que los animales se llegan a meter en la boca, es otro de los temas centrales del libro. Desde la mujer que llega histérica a la consulta porque su marido le ha dado un terrón de azúcar a su perro y teme que éste se quede ciego (cuando sólo es perjudicial para canes con diabetes) hasta el que no se avergüenza de reconocer que su mascota casi sólo come gambas a la plancha.
Pero los verdaderos problemas los acarrean los perros que se comen cualquier cosa, sobre todo ropa, mucha ropa. "Una vez le saqué a un animal un tanga del intestino. Lo más curioso es que la dueña me lo reclamó. Lo tuve que lavar un poco y se lo di. No dije ni pregunté nada", explica Adán.
El difícil trato con los dueños
Este experto, que regenta una clínica veterinaria en Barcelona, asegura que el trato con los propietarios es a veces lo más complicado, porque "a los veterinarios nos han enseñado a manejarnos con los animales llamados irracionales, no con los racionales". Por ello no bromea cuando afirma que en la facultad se debería explicar cómo atender a un "amo" sin alarmarlo, ni menospreciar su preocupación.
Por otra parte, según Adán, hay gente que proyecta en el animal sus necesidades sociales y "que necesita una consulta que no es precisamente de veterinario". En un par de ocasiones, y sabiendo que iba a perder un cliente, ha sugerido al dueño, que acude por un simple estornudo de su mascota, que consultara a un psicólogo.
Un consejo quizás también destinado a la mujer que fue alarmadísima a la consulta porque su perra tenía "un cáncer en la patita", y el tumor resultó ser... un simple chicle pegado.
Momentos tristes
Desgraciadamente y a pesar de ciertos momentos cómicos, los veterinarios se enfrentan a casos tristes: dueños que no se dan cuenta de que su gato se ha metido en la lavadora o la secadora, o aquel que dejó a su perro en casa el día en que el Barça celebraba uno de sus triunfos, y el animal, con fobia al ruido, se tiró por la ventana y se rompió dos patas.
Uno de los apartados más curiosos es el dedicado a la muerte de los animales, en el que se explica cómo matrimonios separados, junto a sus nuevas parejas, se abrazan llorando para contemplar la eutanasia en la consulta del animal enfermo con el que una vez compartieron casa.
Escalofríos provocan también algunas historias del "sexto sentido" de los animales, como la de un amigo veterinario, cuyo gato era al parecer capaz de detectar la presencia del fantasma de la abuela que vagaba por la casa y que le erizaba el pelo del lomo, o de aquella otra gata que acababa de parir y que, al intuir que iba a morir esa misma noche, metió a sus dos crías en el interior de la casa de la familia que le daba de comer.
miércoles, 1 de julio de 2009
DIARIO DE VERANO
30 DE JUNIO Y 1 DE JULIO: me levante a las 10:30 despues fuy a mi tienda mi madre fue arrecoguer q mi amigo Raul y Hugo jugamos a la nintendo ds despues en la piscina .
1 De julio,me he levantado y me he ido al ikea, me he comido un perrito caliente,patatas y dos helados.Despues me he ido al Aire Sur y Canal Sur me ha hecho una entrevista y mi papa ha respondido a sus pregutas......
1 De julio,me he levantado y me he ido al ikea, me he comido un perrito caliente,patatas y dos helados.Despues me he ido al Aire Sur y Canal Sur me ha hecho una entrevista y mi papa ha respondido a sus pregutas......
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